Quiero hablar en esta oportunidad acerca de un tema que concierne a cada persona de manera particular y única. Me refiero a aquellos momentos que han de servinos para conocer quienes somos realmente y de qué material estamos hechos; a aquellas oportunidades que se nos presentan en la vida y que nos permiten pensar en nosotros mismos, pero no de una manera egoísta y simple... Sino, de una manera trascendental para encontrar el camino cuando nos hemos desviado o, para sencillamente saber hacia donde ir. Constantemente, suelo ver todo tipo de personas a donde quiera que voy. Son todas distintas, pero la mayoría tienen algo en común: no sabrían responder a la pregunta de Quienes son y cual creen que es su propósito en esta vida (este último nunca se sabe ciertamente, solo puede creerse que se sabe y trabajar para que sea así). Es por esto que me dí a la tarea de escribir acerca de hecho tan lamentable que atañe a la realidad del ser humano desde que es capaz de usar su consciencia. ...
Los tonos del pensamiento se desdibujan; se manchan y se disfuminan. Mi mente los crea y ellos crean cosas que mi mente jamás pensó. No los entiendo; pero ya he comprobado que ellos pueden entender más de lo que yo capaz. Los pensamientos tienen un gusto particular por dominar; pero no les tengo miedo... Porque el día en que ya no estén conmigo, será porque yo mismo dejaré de estar, para convertirme en lo que quizas ya no esté más.