-"Los humanos son los monstruos reales".
La debilidad que hay dentro de nosotros hace que queramos ser más fuertes; que deseemos ser más sólidos que una masa de emociones y sentimientos que florecen libremente y nos hacen sufrir muchas veces. Somos seres imperfecto que constantemente sienten la necesidad de ocultarse tras una mascara para evitar ser criticados o señalados por las personas que nos rodean, puesto que conocemos y estamos muy conscientes de una realidad lamentable: nuestras debilidades son y serán siempre el objetivo de todos aquellos que quieran, en un momento dado, atacarnos y destruirnos.
El problema es que ante esos monstruos; nos forramos en una coraza dura e inflexible que muchas veces va haciendose más sólida sin que lo notemos... Hasta el punto en que nosotros mismo llegamos a convertirnos monstruos muy similares a los que en un principio nos hicieron temer; nos transformamos en seres incapaces de sentir empatía por el débil y misericordia por el necesitado.
Nadie es realmente fuerte. No hay tan sólo uno que pueda mofarse de no haber sido débil; sencillamente los humanos somos de esa manera. Es por ello que debemos tender una mano amiga ante aquellos que no la están pasando bien; ante aquellas personas que, en su humildad e inocencia, dejan ver claramente sus debilidades y por eso son constemente acosados.
En el poco tiempo que llevo de vida, he llegado a una conclusión que seguramente genere mucha controversia: no todos los humanos valen la pena; el mundo estaría mucho mejor sin ciertos tipos de personas en particular... Estaríamos mejor sin aquellas personas que disfrutan haciendo el mal y sin aquellos que, aún pudiendo hacer el bien, dejan de hacerlo por temor o por pereza. Pero, entre todo el caos en el que vivimos, hay personas a las que podemos diferenciar del resto por un motivo muy sencillo: quieren algo distinto al resto; tienen una forma distinta de ver el mundo... Ese es el tipo de personas que a mi parecer valen la pena, pero que irónicamente llegan a ser los más despreciados por la sociedad.
Al final, el mensaje sigue siendo el mismo: los monstruos reales habitan entre nosotros vestidos de "humanos"; el problema no es solo el daño que ocasionan, sino lo fácil que te seducen a convertirte en uno de ellos. Sé tú el que analice con sus propios ojos lo que sucede a tu alrededor, y no dejes que tu necesidad por ser más "dur@" te lleve a ser algo que en retrospectiva puedas lamentar.
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